En enero los acehucheños y acehucheñas viven ilusionados y todo les huele a romero, a dulces, a pieles…
Y no es para menos, esta Fiesta de Interés Turístico Nacional es para ellos lugar de encuentro con amigos, familia, emociones y recuerdos.
Tiene muchos aspectos que la hacen única, pero quizás sea la imagen tan impactante de una procesión de fieras,
lo que más llama la atención del visitante en una primera aproximación a la celebración.
Pero son muchas más las caras que irá descubriendo poco a poco: la aromática alfombra de romero, el estruendo de las escopetas y cohetes,
la emoción hecha voz en la Loa o la sincera y sentida devoción de todo el pueblo en la salida de la iglesia de San Sebastián…
Las calles de Acehúche se llenan de color con sus primorosas mujeres luciendo el traje de bayeta, regando con confites y confetis el camino de la procesión.
Y el paso lo marca el tamborilero, que lo arropa y envuelve todo con su melodía.
Es como un ritmo cardiaco, orgánico, que los acechucheños tienen interiorizado desde la niñez y que al visitante le ayuda a integrarse en esta fiesta sin par.
Un paso, dos, tres… y la tárama roza el suelo… ¡Viva San Sebastián!
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